LA ESPOSA DE DIOS
Todos los dioses de la antigüedad tenían una esposa. En Egipto se adoraba a Amón y a su consorte Mut. En Babilonia, a Marduk y a Sarpanitu. En Sumeria, a Enlil y a Ningal. En Grecia, a Zeus y a Hera. Y en Roma, a Júpiter y a Juno. El único Dios al que siempre se consideró célibe y soltero fue Yahvé, el Dios del pueblo de Israel.
Antes del monoteísmo patriarcal instaurado por el judeocristianismo en Occidente que ha formateado nuestra conciencia hacia el enaltecimiento de los valores masculinos de conquista, expansion y explotación de la naturelaza –dejando a un lado el sentir, las emociones, la intuición- es posible que yazga una concepción religiosa de la divinidad como una pareja, la Diosa Madre y el Dios Padre.
Información presentada por la investigadora de la Universidad de Exeter, Francesca Stavrakopoulos, apunta a que originalmente las grandes religiones abrahámicas –que son hoy los tres grandes monoteísmos- adoraban también a la diosa Asherah, junto a Yahveh (Asherah es a veces llamada Astarot, y es la misma deidad adorada como Ishtar por los babilónicos y Astarte por los griegos, arquetipo del divino femenino: Luna, Tierra Venus).
Asherah
Stavrakopoulous basa su teoría en antiguos textos, amuletos y figuras encontradas en la ciudad de Ugarit, hoy Siria, en los que se revela que Asherah era una poderosa diosa de la fertilidad que se adoraba junto a Yahveh o Jéhovah.
En una vasija del siglo XIII encontrada en el desierto de Sinai, en Kuntillet Arjud, se pide bendición a la pareja divina. “Y ahora varias inscripciones similares han sido encontradas, todas las cuales fortalecen el caso de que el Dios de la Biblia tuvo una esposa”, dice la académica.
También es significativo la admisión bíblica de que Asherah fue adorada en el templo de Yahveh en Jerusalén y en el Libro de los Reyes se dice que una estatua de Asherah yacía en el templo y que personal femenino tejía vestimentas rituales para ella. En el Libro de Jeremías existe una posible referencia a esta diosa cuando se habla de “La Reina del Cielo”.
A veces su nombre traduce como la diosa del árbol de la vida, pero también está vinculada con el mar en uno de sus nombres Athirat, rbt ʼaṯrt ym, rabat ʼAṯirat yammi, Señora del Mar o Aquella que camina sobre el mar. Su otro epiteto en los textos ugariticos (un lenguaje semítico) es "qaniyatu ʾilhm", “la creadora de los dioses” (Elohim).
En esos textos Athirat es la consorte del dios El; existe una referencia a los 70 hijos de Athirat, presumiblemente los mismos 70 hijos de El. También se le llama Elat, la contraparte femenina de El, en los textos acadios aparece como Ashratum, la esposa de Anu, el dios del cielo.
J. Edward Wright, del Arizona Center for Judaic Studies dice que “Asherah no fue editada del todo de la Biblia por sus editores masculinos, trazos de ella permanecen y evidencia arqueológica y referencias en textos de naciones en las fonteras de Israel permiten reconstruir su papel en las religiones del Levante”.
Estrella de Ishtar, Venus de Mesopotamia
Otras referencias a esta diosa en la Biblia derivan del libro de Deuternomio, en un marco siempre hostil. El Rey Manasseh es juzgado como alguien que hizo mal ante Dios cuando colocó el poste, símbolo del árbol de Asherah (¿el ash tree de los druidas, axis mundi?), en el Templo. El Rey Hezekiah, que removió el símbolo de Asherah del Templo y lugares sagrados fue alabado como el más justo de los reyes. Los profetas Isaías, Jeremías y Micah también condenan la idolatría de Asherah, ya que según ellos aleja de la adoración del dios único y verdadero. Esto nos da idea de como la diosa femenina, del árbol de la vida, del mar y del cielo, fue equiparada con la falsa idolatría, con Baal, y se alejó al hombre de la adoración de la pareja divina y de la mujer, probablemente en ediciones subsecuentes de la Biblia, editada por hombres que quizás más que ser fieles a la sagrada escritura y a los documentos históricos, hicieron una operación de inteligencia y una programación neurolingüística de la sociedad, destinada a mantener en el poder a la casta sacerdotal masculina, reprimiendo el polo femenino de la divinidad.
Astarte
Por una vieja tumba
El nombre de la diosa Asherá aparece 40 veces en el texto hebreo de la Biblia, pero hasta el siglo pasado no se sabía casi nada de ella. Se pensaba que “asherá” era un objeto sagrado, y la Biblia lo traducía por “cipo”, “poste”, “estela”, “árbol”. Pero en 1928 un campesino árabe descubrió por casualidad la entrada a un viejo cementerio, en la localidad de Ras Shamra, al norte de Siria. Cuando los arqueólogos realizaron las primeras excavaciones descubrieron que el sitio correspondía a la antigua ciudad de Ugarit, un importantísimo puerto de Oriente, conocido por referencias pero que nunca había sido encontrado.
Nuevos estudios
Según la Biblia, la adoración exclusiva de Yahvé se remonta a Abraham, en el siglo XVIII a.C (Génesis 12). Los 10 mandamientos de Moisés refuerzan esta idea, ya que ordenan: “No tendrás otros dioses fuera de mí; porque yo, Yahvé, soy un Dios celoso” (Deuteronomio 5,7-9).
Sin embargo, esta convicción hoy se ha desmoronado. Los nuevos estudios bíblicos, apoyados por la arqueología, han comprobado que durante siglos Yahvé tuvo una esposa. Se llamaba Asherá. Y los israelitas la veneraron tanto como a Yahvé. Pero en el siglo VII a.C. el culto a la diosa empezó a verse como un mal, se lo prohibió y se autorizó sólo el culto a Yahvé.
Más que un padre, es una madre
Durante siglos los israelitas veneraron a la diosa Asherá. Su estatua de madera podía admirarse en el Templo de Jerusalén. Las sacerdotisas le tejían vestidos. En los hogares había copias de su imagen. Y las madres hebreas le pedían ayuda para la concepción y el parto. Pero en el siglo VII a.C. el rey Josías promovió una revolución monoteísta, suprimió su culto y dejó a Yahvé como divinidad exclusiva dejando un enorme vacío, pues eliminó los rasgos femeninos de Dios. Es cierto que Dios no es varón ni mujer, y que está más allá de la sexualidad. Pero el tener que dirigirnos siempre hacia él como “Padre” ha condicionado nuestro modo de imaginarlo, de creer y de rezar, exaltando su masculinidad en detrimento de sus valores femeninos.
Quizás por eso nuestros países occidentales, adoradores de un Dios masculino y guerrero, no tengan reparos en gastar dinero para la guerra, mientras dejan que millones de niños vivan en la pobreza. Quizás por eso nuestras iglesias, adoradoras de un Dios Rey del cielo, se desvivan por gestionar la salvación eterna, mientras en el presente muchos llevan una existencia miserable, aferrados a la madre tierra. Quizás por eso nuestras religiones, adoradoras de un Dios justiciero, hayan priorizado el Derecho Canónico por encima del amor, la ternura y la compasión.
Ya Jesús, consciente de esa limitación, se aplicó una imagen curiosamente materna, cuando se lamentó sobre Jerusalén diciendo: “Jerusalén, Jerusalén… cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollitos bajo las alas” (Mateo 23,37). Y en una parábola llegó a hacer algo que ningún rabino se habría atrevido jamás: comparó a Dios con una mujer (Lucas 15,8-10). También el Papa Juan Pablo I, en uno de los pocos discursos que alcanzó a pronunciar en 1978, dijo algo inaudito para su época: “Dios, más que Padre es una Madre”. Y muchos teólogos han empezado hoy a hablar del “Dios padre-madre”.
Literatura:
Cuando Dios era mujer: Merlin Stone Cuando Dios era mujer alega que los hebreos levitas eran, en realidad, una tribu aislada de los indoeuropeos, una rama de férrea misoginia que barrió con todos los cultos a distintas divinidades femeninas, esclavizando socialmente a sus adoradoras principales: las mujeres.
La Diosa Blanca: Robert Graves La hipótesis es la siguiente: existe una Diosa de muchos rostros, adorada por los paganos bajo innumerables nombres.
Antiguos espejos de feminidad: Merlin Stone es una colección de relatos fantásticos y cuentos tradicionales relacionados con las grandes heroínas y diosas de la antigüedad; desde los mitos bíblicos y hebreos a la mitología nórdica, griega,celta, china, americana y africana.
Merlín Stone comienza su libro malditorelatando el auge de las diosas durante el período neolítico, las cuales también representan el auge del matriarcado como sistema social establecido.
Las diosas lo gobernaban todo: agricultura, cacería, arte, amor; toda la sociedad tribal de aquellos tiempos gravitaba bajo la decisión moral y ética de estas deidades ambiguas, inestables, capaces de nutrir y fertilizar los campos como sembrarlos de cadáveres.
No obstante, en algún momento del Neolítico las cosas cambiaron. Lassociedades matriarcales fueron conquistadas, y en algunos casos, arrasadas; por pueblos patriarcales gobernados por dioses celosos y beligerantes.
La Diosa hebrea: Raphael Patai Siguiendo una rigurosa interpretación de fuentes arqueológicas y lingüísticas, La Diosa hebrea explora la antiquísima veneración por diversas y pluriformes deidades femeninas, tales como Asherah, Anath, Ashima, Shekhina, Matronit, entre otras. Ulteriores ediciones de La Diosa hebrea amplían este catálogo tras varios descubrimientos antropológicos y arqueológicos que revelan el misterioso Ritual de Unificación, o Yichudim, por el cual Yahvé se une con su esposa Shekinah.
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