Ver al demonio en el espejo.
Esta leyenda se repite en todas las culturas: en determinadas horas de la noche, aludiendo o no a ciertas palabras misteriosas, uno es capaz de ver al demonio reflejado en el espejo. Yo que sentí el horror de los espejos no sólo ante el cristal impenetrable donde acaba y empieza, inhabitable, un imposible espacio de reflejos sino ante el agua especular que imita el otro azul en su profundo cielo que a veces raya el ilusorio vuelo del ave inversa o que un temblor agita. En Creta , por ejemplo, fueron aún más lejos. Cuando los espejos eran meros artilugios de bronce pulido se creía que después de la medianoche la figura que se reflejaba ya no era humana, sino una sombra, un eco de lo que somos en el más allá. De allí la mirada irónica de algunos reflejos. El Malleus Maleficarum señala que cuando nos encontramos a solas con nuestro reflejo, y sentimos la necesidad de hacer una mueca demoníaca, que jamás osaríamos a ensayar en público, es un signo de que no estamos s