El festival más salvaje del planeta





Más de cuarenta grados, sin electricidad y con la ducha más cercana a cuarenta kilómetros. El Wasteland Weekend no es para ‘débiles’, pero miles de fanáticos de ‘Mad Max’ acuden cada año a este encuentro en el desierto de California para celebrar ‘el fin del mundo’.

El Wasteland compite con el festival Burning Man, en Nevada, pero este es menos psicodélico. Aquí manda el rugido de los motores y se imponen las armaduras futuristas.









“Todo me parece un circo. Empiezo a disfrutar. Si sigo, voy a acabar como cualquiera de ellos: loco perdido”. Han pasado 39 años desde que el agente de policía Max Rockatansky (Mel Gibson) sintiese el aroma de la venganza en Mad Max: salvajes de la autopista (1979), la primera de una feroz saga de cine posapocalíptico donde la crueldad, la escasez de gasolina, la anarquía y la destrucción en una tierra inhóspita no deja respiro.



En el recinto, todo se hace de material reciclado, exigencia de su propio punto de partida. el fin del mundo. El dinero tampoco se usa directamente. Para pagar servicios y bebida, se usan chapas de botellas que previamente se han canjeado


Bajo una estructura metálica de 5 metros de altura, los luchadores se enfrentan en espectaculares duelos. Eso sí, las armas son de gomaespuma. Lo que no ha impedido, admiten, que haya algún herido por el ímpetu del golpe

Las cacerías, persecuciones y violencia gratuita de las películas se sustituyen por ciclos cinematográficos, conciertos de rock sin lirismo, sesiones de DJ, bares y puestos de comida, bailes y performances. Para convertir el postapocalipsis en cultura pop es fundamental la pasión, pero sobre todo el concepto de tribu. En Wasteland, cada grupo monta su campamento y emula por fuera, y también por actitud, a los superhéroes de la saga.




El festival arrancó en 2010, aunque la idea surgió en 2004 de un fan de Mad Max llamado Karol Bartoszynsk. No pudo hacerla realidad hasta que encontró ayuda de la promotora Scarlett Harlott y el guionista Jared Butler 

Ver pasar por el arco de entrada réplicas exactas de las motos, los coches y los camiones de Mad Max impresiona. Y ellos se lo creen. Maquillados y ataviados con toda la imaginería de las películas, viven durante más de cien horas como si fuesen los únicos supervivientes de la hecatombe. «No queremos espectadores, queremos participantes», aseguran las normas del evento. Trescientos sesenta grados de negra visión futurista.


Los asistentes customizan sus vehículos para emular la saga ‘Apocalypse now’ cuya primera película se estrenó en 1980. Muchos de los asistentes no habían nacido

El paraíso del reciclaje y el desenfreno. Durante meses, los asistentes preparan con mimo sus vehículos, que no tienen por qué ser los mismos modelos que aparecen en Mad Max u otras cintas distópicas. Hay quien va montado sobre una bicicleta transformada en una máquina para la madre de todas las batallas. Y hay quien coge su Vespa y la cubre de chapas metálicas y rejillas. Con el paso del tiempo ha incorporado otra identidad tribal, la del exitoso Fall out, un videojuego de rol que se desarrolla en el siglo XXII, pero que recuerda el ambiente paranoico de un planeta destruido por la tragedia nuclear.




Es el único festival donde todos los asistentes, incluido el personal que trabaja en él, deben ir disfrazados de algún personaje de la saga

Hasta la llegada del Wasteland Weekend, el Burning Man Festival -espectacular acontecimiento anual que reúne desde hace décadas a decenas de miles de personas en la ciudad fantasma de Black Rock (Nevada)- era el rey de estos festivales alternativos. Los dos eventos se celebran con una diferencia de veinte días.



Viven durante cien horas como si fuesen los únicos supervivientes de una hecatombe. “No queremos espectadores, queremos participantes”

En Europa lo más parecido acaba de concluir  en Idanha-a-Nova, una zona despoblada de la comarca portuguesa de Castelo Branco, a escasos kilómetros de la frontera con el norte de Cáceres. El Boom Festival, que se inició en 1997, intenta imitar el ambiente psicodélico del Burning Man norteamericano.

Se ven muchas máscaras y cornamentas, pero sobre todo mucha piel. El calor puede ser sofocante








Los frikis de Mad Max toman la parcela del desierto californiano -que incluye voluntarios, médicos, servicios de seguridad y cabinas de WC- y no precisamente para meditar. Aquí mandan el rugido de los motores, las armas de mentira, los cinturones de balas de ametralladora, las armaduras futuristas y las indumentarias estrafalarias. Evocarán un pasado donde solo los que se adapten a vivir de los desechos tendrán el futuro ganado.



Wasteland Weekend 2017


Mad Max: Fury Road | Music



Mad Max Fury Road Soundtrack Mix



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